Adelgazar sigue siendo uno de los objetivos principales de nuestra sociedad, entre otras cosas porque el sobrepeso se ha convertido en un problema de salud realmente importante. Bien es cierto que no es sólo por eso y que en gran parte este interés está relacionado con cánones de belleza más o menos adecuados. Consecuentemente, de ello se ha derivado un mercado que genera un movimiento económico muy importante.
Los expertos, y los que no lo son tanto, sabemos -y saben- que no existe una causa única, y que el sobrepeso/obesidad es lo que consideramos una enfermedad o situación multifactorial en la que siempre – en algún momento de la vida- ha existido un desequilibrio entre la energía ingerida y la energía metabolizada por el organismo . Por todo esto, se han ideado y propuesto multitud de combinaciones de alimentos y reglas alimentarias o nutricionales, mal llamadas “dietas”, a las que también se ha llamado “dietas milagro”, que, en general, suponen más o menos diferencias , implican restricciones de alimentos o ajustes de cantidades de los mismos, o de todo un poco. Eso, independientemente de que atribuyan poderes impensables a determinados productos, alimentos y/o bebidas. Sin embargo, la dieta, bien entendida, es el modo de comer de una persona, de una comunidad o de la humanidad, y por tanto todo el mundo tiene su dieta, adecuada o no, saludable o no.
Pues bien, dentro de las tendencias novedosas en propuestas adelgazantes, en los últimos años se ha puesto de moda la afirmación de que “las dietas no funcionan”. Curiosamente, la mayor parte de gurús que afirman esto proponen a cambio “sus” soluciones más o menos mágicas o más o menos eficaces.
Sólo con el objetivo de adelgazar, todos sabemos que hay incontables modelos de dietas; basta con preguntarle a Google o entrar a una librería. Entonces, cabría pensar: ¿por qué hay tantas formas diferentes? Pues, porque como bien dicen no funcionan, o porque funcionan todas, pues todos tienen un poco de razón. A corto plazo todas o casi todas funcionan, es cierto, se pierde peso más o menos… pero a largo no, sobre todo porque no son sostenibles en el tiempo; eso, independientemente de que puedan o no ser perjudiciales para la salud, aunque, comparadas con el modo de comer habitual de muchos, no sé yo.
El sobrepeso o la obesidad no consisten en un exceso de peso, o al menos no solamente, sino en un exceso de la cantidad de grasa acumulada en el organismo. El cuerpo tiene capacidad de utilizar esa energía y por tanto disminuir la grasa, pero para ello, debemos provocarlo y eso se hace controlando de un modo determinado la alimentación. Cómo hacerlo no es una tarea fácil, aunque sí sencilla, o al menos más de lo que muchos creen. Existe una interminable variedad de propuestas y sistemas que ofrecen soluciones para conseguir esos objetivos, pero solo algunas son eficaces a largo plazo.
Por tanto para adelgazar es imprescindible llevar y adoptar una dieta adecuada y adaptada, entendiendo como tal un modo de alimentarse, que además debe ser saludable, que puede ir variando en función de circunstancias personales y que debe ser sostenible a largo plazo, pues si cambias tu modo de comer y pierdes peso, pero pasado un tiempo vuelves a comer como previamente -como es normal- el organismo vuelve a reaccionar como tiene bien aprendido. Ahora bien, imprescindible no quiere decir exclusivamente. Esa dieta correcta deberá ser complementada con actividad física, motivación, compromiso, apoyo…. Aunque eso será motivo de otra entrada en el blog.
Dr. Luis Almagro. Marbella. Consejos que te ayudan a adelgazar con salud.