¿Estás intentando adelgazar y ya no consigues avanzar?
Adelgazar consiste en obligar al organismo a consumir la reservas acumuladas en forma de grasa, no en pesar menos. Generalmente es posible, sobre todo si se hacen las cosas bien. Pero existen numerosas razones que pueden hacer que se interrumpa el proceso. Muchas son claramente visibles, pero otras se trata de errores, más o menos pequeños o “insignificantes”, de los que no somos del todo conscientes.
Puede que nos fijemos demasiado en lo que hacemos bien: los días que comemos adecuadamente (en calidad y cantidad), los que hacemos ejercicio; los extras, caprichos y deseos a los que hemos renunciado, los momentos de hambre superados… Pero puede que no seamos del todo objetivos con “pequeños” descuidos que resultan mucho más importantes de lo que parecen. Detener el proceso metabólico del adelgazamiento es muy sencillo. Por tanto debemos revisar sobre todo lo que estamos haciendo, y fundamentalmente ser críticos con lo que puede que no estemos haciendo bien y estar dispuestos a modificarlo
Analicemos algunas de estas circunstancias
Es muy importante ser estrictos con los tamaños de las raciones, deben respetarse los recomendados.
Formas de preparación o recetas que incluyan más grasa o azucares. El consumo habitual de alimentos industriales “empaquetados”. Los productos procesados o precocinados suelen ser muy traicioneros.
En el caso de estar siguiendo una dieta cerrada, también es importante valorar si la estamos siguiendo bien o si estamos haciendo una “interpretación libre” de las recomendaciones.
Cuidado con pequeños “extras” añadidos a las comidas: Unas aceitunas o frutos secos extras, unos piquitos, 3-4 patatas del plato de los niños, un poco de fruta de más…Desafortunadamente todo cuenta.
Ni que decir tiene que esos mismos “extras” fuera de las comidas tienen aún más importancia. Ya sabéis una de las reglas de oro: “ NO PICAR”.
Comer fuera de casa con frecuencia: aunque tengamos cuidado en la elección de las comidas, generalmente los tamaños de raciones y los ingredientes utilizados darán lugar a platos más calóricos.
Puede que no estemos haciendo ejercicio suficiente: 3 paseos de una hora pueden ser suficientes al principio, pero cuando el organismo se adapta pueden no serlo.
También es posible que el ejercicio no sea adecuado en intensidad. Lo que puede servir para una señora de 65 años no sirve para un varón de 26. Llevar un registro del ejercicio realizado ayuda a tomar consciencia real y resulta ser de gran utilidad.
Calorías extras en forma de bebidas, procedentes de bebidas azucaradas (bebidas carbonatadas azucaradas, zumos, incluidos los naturales, cerveza sin alcohol) o de alcohol. Un vasito también cuenta.
Exceso de azucares invisibles o del que no somos del todo conscientes. Determinados productos presentan un contenido en azucares “oculto”. Aprender a distinguirlos mirando las etiquetas de información nutricional puede ser de gran utilidad.
Consumo habitual de productos ligth o “0” que no lo son tanto. Un producto ligero o ligth tiene por ley que tener un 30 % menos de calorías que el original, lo que no quiere decir que no aporte energía. Cuidado con los mensajes publicitarios.
El famoso “total por un día” que más de uno habrá pensado y que nos guste o no puede tener consecuencias durante dos o tres días.
Los malos consejos también tienen su importancia. Cuidado a quién hacemos caso.
Además de todo esto siempre hay que tener en cuenta la posibilidad de una enfermedad, el efecto de una nueva medicación.
Y por último podría darse el caso de haber llegado a un punto de equilibrio. Cuando se alcanza un peso y un porcentaje de grasa dentro de la normalidad es mucho más difícil reducirlos, por mucho que nos empeñemos en que aún nos sobra. Hay que evaluar con objetividad si hemos llegado a un objetivo o al fin de una etapa.
Dr. Luis Almagro. Marbella. Consejos que te ayudan a adelgazar con salud.