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ALIMENTOS DISFRAZADOS DE SALUDABLES (I)

etiquetas saludables

Que la nutrición es una ciencia en constante cambio o evolución es un hecho evidente.  Los estudios y las evidencias científicas hacen que vayamos modificando cada  poco las recomendaciones de salud nutricionales.  Por tanto lo que escribimos hoy puede quedar desfasado en pocos meses, pero es lo que hay.

Cada vez más, somos más los que nos preocupamos por lo que comemos y como comemos,  aunque no siempre hacemos la elección adecuada,  y si esto es por decisión personal y consciente, cada uno está en su derecho, pero si es por desinformación o mala información pues es una lástima.

Cuando un alimento o una característica de determinados alimentos adquiere la “etiqueta  social de saludable” (que no tiene por qué coincidir con la valoración real) dará lugar a  que ese alimento sea visto con buenos ojos y seguramente se convertirá en un éxito de ventas, al menos entre aquellos que intentan cuidar su salud y su alimentación, pero no están bien informados del todo . En esto se basa la industria alimentaria para fomentar determinados mensajes.

En primer lugar debería quedar claro no hay alimentos saludables por si solos en sentido estricto, sino una alimentación saludable en su conjunto. Es decir de nada nos va a  servir comer muchos tomates y naranjas si luego nos vamos a poner mórbidos de pizzas y bollos de crema. No obstante entenderemos por un alimento saludable aquel que en su composición nutricional carece de azúcares  añadidos, harinas y derivados procedentes de cereales refinados , grasas de mala calidad y exceso de sal. Es decir, un alimento es más saludable por lo que no contiene que por lo que contiene.  Un producto no es más saludable por contener mucha vitamina C o antioxidantes sino por no contener los productos anteriores.  Esa es la clave.

El problema surge porque es fácil vender humo y además estamos muy predispuestos a creernos determinados mensajes. Quizás por la desinformación, la mala información  o la confusión que hemos creado. A veces no sabemos valorar adecuadamente una fuente informativa: “lo he leído en internet” o “lo han dicho en la tele o en tal revista”. Incluso asimilamos un mensaje publicitario como una fuente informativa.  

La publicidad es  parte interesada, no información objetiva y en todo esto, decíamos,  se basa la industria alimentaria, en la manipulación interesada del mensaje. Publicitar un alimento como saludable por su contenido en vitaminas, fibras, omegas 3 y otras características que son irrelevantes vistas aisladamente, sin hacer mención a su contenido en azúcar, grasas, ni a la calidad ni procedencia de éstas no es jugar limpio del todo.  Es decir, digo lo que me interesa, pero me callo lo que no me interesa.  

Esto terminará haciendo que el consumidor, o determinados consumidores asocien ese producto a saludable y esas características a lo realmente importante, lo cual generará una corriente de ventas o al menos esa es la intención.

Un breve apunte final, determinadas  denominaciones tipo NATURAL, ECO, BIO, LIGTH, SIN AZUCAR, SIN GLUTEN, SIN LACTOSA, PARA VEGETARIANOS etc parecen asociar ese alimento a unas características inmejorables desde el punto de vista nutricional, lamento decir que no tiene porque ser así.

Dr. Luis Almagro. Marbella. Te ayudamos a adelgazar y a comer #sabrosaludable

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