THE WEEKEND EATING DISORDER


Quizás debamos comenzar por diferenciar que existen trastornos del comportamiento alimentario definidos y por otro lado conductas que si bien no representan un trastorno por sí mismos, sí que pueden sugerir o estar relacionados con patrones de comportamiento irregulares y que difieren de lo que entenderíamos como un modelo de conducta de referencia.
Posiblemente no exista un único modelo alimentario que represente un estilo de vida saludable. En el que nosotros proponemos entendemos que la mayor parte de las comidas de un determinado periodo de tiempo, por ejemplo una semana, deben seguir el patrón de “alimentación saludable”. Pero como comer no es solo alimentarse, es lícito que busquemos el placer en una parte de nuestras comidas. Lo que ocurre es que estas comidas deberían ser lo que denominamos “ocasionales” y que junto a las “habituales” nos den un patrón equilibrado de alimentación. Es frecuente que esas “comidas ocasionales” las relacionemos con momentos de ocio y generalmente las asociemos al fin de semana. Aunque no tiene porqué ser así y cada uno puede y debe jugar sus cartas como quiera.
Obviamente debe haber límites en esas licencias, una de las principales reglas que recomendamos para esas comidas ocasionales es que las raciones deben ser similares en cantidad a las raciones adecuadas. Y por supuesto que no existe obligación de cumplir religiosamente con esas comidas.
Hasta aquí todo es más o menos coherente, o así lo veo yo.
Lo que he me he permitido llamar “the weekend eating disorder”, (a algunos les sonará el binge eating disorder o trastorno por atracón) obedece a un patrón de conducta alimentaria extrema, de comportamiento seguramente irracional, en el que esa flexibilidad del fin de semana se convierte en una conducta desbocada, sin límite alguno en cuanto a los tipos y cantidades de comida y en algunos casos también de bebida. La inhibición o falta de control más o menos voluntaria viene reforzada por un respaldo social de bastante tolerancia con ese comportamiento. Es como si durante ese periodo de tiempo no hubiera ley alguna y todo estuviera permitido, sin consecuencias de ningún tipo.
Posiblemente deberíamos plantearnos algunas cuestiones ¿a qué obedece realmente ese comportamiento? ¿obtienen esas personas alguna recompensa con ese comportamiento? ¿que buscan? ¿se ocultan o huyen de algo? ¿es simplemente un patrón aprendido y reforzado socialmente? ¿obedece realmente a una conducta patológica a la que algún día daremos forma? Podría ser de utilidad, si alguien se ve reflejado, que nos expusiera su modo de entenderlo o vivirlo.
Como decíamos antes la búsqueda del placer es lícita, pero cuando ese placer ha llegado a desplazar a la razón, entiendo que esa legitimidad se pierde. En todos los aspectos relacionados con la conducta, y no solo en la alimentaria, la moderación o el término medio debe estar en el centro de la mesa. Adoptar patrones de equilibrio nos debe permitir disfrutar de los placeres que sin duda alguna nos ofrece, por sensaciones y por cultura la comida.
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