EL CUERPO ME LO PIDE


Con éste argumento tan poco consistente como frecuente de escuchar, son muchos los que tratan de explicar o justificar un comportamiento alimentario que puede que no sea el más adecuado.
Parto de la base de que el acto de comer no es exclusivamente un acto biológico. en el que aportamos al organismo las sustancias y energía que necesita, sino que además conlleva toda una serie de cargas emocionales, sociales. Generalmente cuando “el cuerpo lo pide” estamos hablando de algo que se ha venido a llamar hambre emocional o hedónica. Aprender a diferenciar el hambre real o física de la emocional puede ser de gran ayuda.
El hambre emocional aparece de repente, súbitamente y requiere una compensación urgente. El hambre física, por otro lado, llega de manera más gradual. El impulso de comer no se siente tan repentino ni exige una satisfacción inmediata.
El hambre emocional se relaciona con alimentos específicos, generalmente con alto contenido en azúcar, grasas y sal, o con su textura, aromas e incluso con los recuerdos y emociones que sugieren.
El hambre emocional a menudo conduce a conductas impulsivas poco sujetas a control racional. Antes de reaccionar puedes haber comido un paquete de galletas o de patatas fritas, o pasar de un alimento dulce a otro salado, posiblemente sin ser plenamente consciente de lo que se está haciendo. Con relación al hambre física la respuesta es mucho más pausada y controlable.
El hambre emocional puede aparecer incluso después de haber realizado una comida copiosa, de estar con el estómago lleno y de haber satisfecho las necesidades nutritivas, puesto que obedece a un origen y a unas circunstancias completamente diferentes a las necesidades del organismo. En ocasiones se busca el placer de la palatabilidad del alimento, en ocasiones la recompensa de lo prohibido.
La falta de control relacionada con el hambre emocional conlleva conductas anormales como comer a escondidas, levantarse por la noche, sentimientos de culpa, conductas purgativas…
La satisfacción repetida del hambre emocional fácilmente deriva en conductas adictivas, de ahí la importancia de entender los procesos y evitar su enquistamiento.
Los trastornos del comportamiento alimentario, en mayor o menor grado, son más frecuentes de lo que nos creemos y determinadas conductas estas más relacionadas con esto y no con lo que pide el cuerpo.
Dr. Luis Almagro. Marbella. Consejos que te ayudan a adelgazar con salud
2 Responses to EL CUERPO ME LO PIDE
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He perdido doce kilos en un año, después de Navidad he cogido 3 Ki los, soy incapaz de perderlos… no puedo hacer ejercicio.
Mi problema es que siempre estoy pensando en la comida… en lo que ya he comido o en lo que tengo que comer.
Supongo que será un problema o deformación psicologica, no?
Atte.
Esther