LAS PATATAS, ¿EN EL OJO DEL HURACAN?


La Universidad de Harvard, y en concreto su HSPH (escuela de salud o facultad de medicina) es un referente mundial en muchas disciplinas y en asuntos de nutrición también.
Los avances en las investigaciones, y las conclusiones que de ellas se extraen van marcando tendencias o posicionamientos acerca de recomendaciones nutricionales. Son clásicos los ejemplos acerca del pescado azul o el aceite de oliva. Esto no quiere decir que sean verdades absolutas. No podemos saber lo que sabremos dentro de 10 años, pero si que, a día de hoy y con lo que sabemos hoy, y con lo que los estudios realizados hemos comprobado hoy, podemos recomendar. Si es cierto que todo está sujeto a interpretaciones más o menos personales, y en el caso de la postura de Harvard también.
Ellos, muy implicados en la lucha por cambiar los hábitos de la población americana y en luchar contra la epidemia de obesidad mundial, marcan pautas y directrices y entre otras llama la atención su no recomendación de consumo habitual de patatas.
Las patatas es un alimento muy presente en la dieta mundial. Aunque su consumo (me refiero al modo de preparación) no es igual en todas las zonas.
En principio las patatas serían una verdura, pero tanto por su composición nutricional (tienen un contenido en hidratos de carbono mayor) como por sus formas de preparación, dice Harvard, y estamos de acuerdo, que no debe considerarse como parte de una de las raciones de verduras recomendadas.
Si bien es cierto que las formas habituales de preparación americanas difieren mucho las de las nuestras, es bueno hacer aclaraciones.
Las patatas fritas incorporan una cantidad importante de grasa en su proceso de elaboración , que lógicamente incrementa su contenido calórico. La calidad de esa grasa es diferente si se fríen en aceite de oliva o de girasol, o en grasas de cerdo o pato ( las típicas de las fish and chips británicos) o en aceites de coco y palma o en mantequilla. En estos casos no solo estaremos aportando más calorías sino grasas perjudiciales para la salud.
Pero el problema de las patatas, es que aún en formas de preparación que no lleven grasa (como cocidas o asadas en el horno) los azúcares que tienen y la repercusión de estos en la glucemia en sangre es muy alta. Simplificando, si el azúcar sube, la insulina corporal aumenta y hace que ese azúcar se acumule en forma de grasa. Por otro lado mientras la insulina esta alta no hay combustión de grasas.
Este proceso no tiene lugar sólo con las patatas sino con todos los alimentos con un contenido alto en azúcares simples o de fácil digestión. Últimamente se ha comprobado que ésta situación es la que peores consecuencias metabólicas tiene.
Y entonces ¿no podemos comer patatas?., No seré yo quien contradiga a tan prestigiosa institución, pero en nuestro afán de apostar por una comida saludable, por supuesto, pero variada y respetando gustos y costumbres tradicionales, intentaremos adaptarlo. Al final todo depende de varios factores:
– La cantidad
– La forma de preparación
– Formando parte de que comida o plato
– La actividad física
Así pues, recomendaremos un consumo ocasional de patatas (no diario), en pequeñas cantidades (100-150 grs), formando parte de platos que lleven verduras y proteína, que no necesiten mucha grasa en su elaboración (por ejemplo un estofado) y sobre todo que sean seguidas de un buen paseo o sesión de ejercicio.
Dr. Luis Almagro. MArbella. Consejos que te ayudan a adelgazar con salud.