¿QUE TE APETECE CENAR?


Seguramente se haya encontrado pronunciando la frase del título más de una vez. Y más de uno ha preguntado algo parecido a un niño. Parece una pregunta trivial, pero no lo es ni mucho menos. Si lo piensa un poco, está dejando la responsabilidad de decidir una de las principales comidas del día a una persona que puede tener más o menos claro qué le gusta y qué no, pero que difícilmente va a tener los necesarios conocimientos sobre alimentación para garantizar que su elección sea la adecuada a sus requerimientos. Esa decisión corresponde a una persona adulta (y preferiblemente bien informada). Es muy comprensible que, después de los avatares de toda una jornada no nos apetezca enfrentarnos a discusiones o alargar el tiempo de cocina preparando algo más elaborado que la típica opción fácil y rápida pero poco saludable, pero es que el buen camino no es siempre el camino fácil… o sí, como comentaremos luego.
Los alarmantes índices de sobrepeso y obesidad infantil en nuestro país tienen múltiples causas, pero la situación que se acaba de describir es una de ellas. Cada día cuenta y en el caso de la educación de los hijos, estamos sentando las bases de las costumbres que van a adoptar el resto de sus vidas, lo que les va a parecer “normal”. Como consecuencia, cuando al cabo de los años, por indicación médica y obligados por la amenaza de alguna enfermedad en ciernes o ya instaurada, nos veamos teniendo que comer comida saludable, muy probablemente diremos que “estamos a régimen” o teniendo que comer “comida de enfermos”.Estas expresiones son repetidas en personas con malos hábitos alimentarios respecto a lo que debiera ser su alimentación habitual, y no lo que vienen percibiendo como normal desde su infancia.
Pero además, no siempre la opción saludable es la más trabajosa de preparar. Las innovaciones tecnológicas en la conservación de alimentos permiten que dispongamos de una amplia variedad de alimentos de III y IV gama (aquellos que vienen preparados a falta de cinco minutos de sartén o frescos pero listos para tomar) que nos facilitan enormemente la preparación de comidas: ensaladas listas para servir y aliñar, salteados de verduras que en unos minutos de sartén o microondas están listos, etc.
Por otra parte, es cierto que conviene dar a los hijos un margen de libertad de decisión y de responsabilidad, pero no nos confundamos: la decisión en este caso, por trivial que parezca, tiene muchas consecuencias. Se puede perfectamente preguntar a un niño si prefiere, por ejemplo, tomar un huevo revuelto o en tortilla, pero la decisión tomada por la parte responsable es que la cena será, en este caso, huevo. Aunque no coincida con la preferencia del vástago. Y es que, aunque la alimentación es una fuente de placer gustativo, no siempre toca comer lo que a uno le gusta, sino lo que debe comer. Si equivocamos el orden de las prioridades nos tocará hacernos responsables de las consecuencias.
Dra Rosa Sánchez. Clínica Dr. Luis Almagro. Marbella. Consejos que te ayudan a adelgazar.